Reseña de La Mirada desobediente de Carlos Satizábal (Omnibús)

La desobediencia femenina es el corazón en el occidente bíblico de nuestro pensar poético y científico y del goce amoroso civilizatorio, el hilo de oro que nos salva de la obediencia adámica; es la fuente del amor y del conocimiento que funda la vida humana y  enerva la ira de la bíblica divinidad patriarcal: Maldita seas por haberme desobedecido. Sufrirás y parirás con dolor, hacia tu marido irá toda tu apetencia y él te dominará. Aplastarás la cabeza de la serpiente y nunca más oirás su voz. Así maldice Jehová a Eva -la desobediente- al expulsarla del Paraíso por Ella probar los frutos del árbol. Su femenina desobediencia es la fuente mítica en que se arraiga el árbol primordial de toda curiosidad, de toda ciencia; del diálogo humano con la naturaleza, de la compresión de las voces y los ritmos de la animalidad, de los cielos, de los mares, de las aguas, de los vientos, de la tierra. La acción mítica en la que se arraiga y crece el árbol de todo amor: el amor por lo sagrado y el amor por el amor y la vida y la familia que nos teje el destino en la red de los lazos de sangre.

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